Lázaro

Lázaro vivía en una ciudad llamada Betania, a unos tres kilómetros de Jerusalén.

Él era el hermano de María y Marta.

Los principales sacerdotes querían matar a Lázaro porque muchos judíos creyeron en Jesús cuando lo vieron resucitar.

Jesús era buen amigo de Lázaro.

La Biblia dice:

 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

Juan 11:43

El Hermano Branham dijo:

 Ahora, fíjense: cuando Él se marchó de la casa de Lázaro, Lázaro se enfermó. Jesús ya lo sabía y Él continuó; dejó la casa, a Sus amigos, inmediatamente antes de su enfermedad. ¿Por qué? El Padre se lo ordenó. Estuvo ausente por dos o tres días; Lázaro se enfermó gravemente. Ellos enviaron a buscarlo; Él no regresó; Él siguió. ¿Me pregunto por qué? Enviaron de nuevo y Él continuó. Luego se dio la vuelta; Él sabía que el tiempo se había cumplido, la visión. Él dijo: “Nuestro amigo Lázaro está muerto. Y por el bien de Uds. me alegro de no haber estado allí”.

Porque habrían dicho: “¡Oh, Señor, ven y sánalo; ven y sánalo!”, y Jesús no hubiera ido. Él simplemente se marchó.

Él dijo: “Por el bien de Uds., me alegro de no haber estado allí. Pero (escuchen), pero iré a despertarlo”.

Ver a Jesús, 54-0718E

Lázaro

Aunque Jesús era Dios, vivía en carne humana; era ambos Dios y humano.

Nosotros, los humanos, tenemos amigos y sentimos hambre, sueño, felicidad y a veces tristeza. Jesús sintió todo eso, así como tú y yo.

Un día, un muy buen amigo de Jesús, Lázaro, se enfermó demasiado. ¡Estaba tan grave que pensaron que moriría! Las dos hermanas de Lázaro, María y Marta, se angustiaron mucho y de inmediato enviaron a alguien en busca de Jesús.

Cuando Jesús supo que Lázaro estaba enfermo, no corrió al encuentro de Su amigo. Se quedó donde estaba y dejó morir a Su buen amigo Lázaro. Jesús sabía que Lázaro tenía que morir, ¡para poder demostrar el poder de Dios al resucitarlo!

Lázaro también era un buen amigo de los discípulos, así que todos ellos se entristecieron mucho cuando murió. Cada uno emprendió el corto viaje hacia la ciudad de Betania, en donde Lázaro fue sepultado.

Primero, Marta llegó corriendo a Jesús y luego llegó María, su hermana. Ambas sabían que su hermano no habría muerto si Jesús hubiera estado allí; pero ¡aún no sabían cuán poderoso era Jesús!

Llevaron a Jesús a la tumba donde habían sepultado a Lázaro cuatro días antes. Fue un momento tan triste que hasta Jesús lloró. Luego, la situación empezó a cambiar. ¡Jesús estaba a punto de probar que Él era Dios en la tierra!

Jesús le ordenó a la gente que removiera la piedra de la tumba de Lázaro. Enderezó Su espalda y clamó con una Voz fuerte y poderosa: “¡Lázaro, ven fuera!”.

¿Puedes imaginar lo que debieron pensar todos cuando un hombre que había estado muerto por cuatro días se levantó y salió de la tumba? ¿Cómo pudo un Hombre que acababa de llorar a Su amigo hablar la Palabra y regresarlo a la vida? ¡Él era Dios en carne humana, probando Su poder!

El mismo Jesús que levantó a Lázaro del sepulcro sigue aquí hoy, listo para escucharte cuando quieras hablarle. Él es tu Amigo y, si alguna vez lo necesitas, está dispuesto a ayudarte. ¡Lo único que te pide es que creas en Él y en Su Palabra!

¿Sabías por qué Jesús tuvo que mencionar el nombre Lázaro cuando dijo: “Lázaro, ven fuera”? El Hermano Branham dijo que, si Él no hubiera dicho ese nombre, todas las personas habrían tenido que salir de sus tumbas. ¡Habría ocurrido la resurrección!

    
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