Elías

Elías fue un profeta que profetizó en contra del rey Acab y su malvada esposa, Jezabel.

Eliseo fue el profeta después de Elías. Él quería el mismo Espíritu Santo que Elías tenía y ¡Dios se lo dio!

Elías retó a los malvados profetas de Baal. Ellos les construyeron altares a sus dioses y Elías le construyó un altar al único y verdadero Dios. Elías pidió que cayera fuego del Cielo y ¡Dios demostró otra vez que Él es único y verdadero Dios viviente!

Una vez, Elías tuvo que huir de la malvada reina Jezabel. Él se fue al bosque, donde Dios mandó cuervos para que lo alimentaran con pan y carne.

Elías nunca murió. ¡Él fue llevado al Cielo!

La Biblia dice:

 Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.

1 Reyes 17:1

El Hermano Branham dijo:

 Entonces, ¿qué pasó? Él los convocó y el Dios del Cielo respondió en una señal sobrenatural a Israel que mostró que Él seguía siendo el Dios que podía responder por fuego. Y Él hizo exactamente lo que siempre había hecho: respondió la oración, cumplió Su Palabra. Y, después de todo esto, aun no fue suficiente. Y pobrecito el anciano Elías no sabía qué hacer, así que corrió al árbol de enebro. Me alegro de que exista un enebro. Todo el pueblo de Dios necesita ir a ese árbol de enebro.

¿Qué oyes, Elías?, 59-0412E

Elías

Había una vez un profeta poderoso llamado Elías. Era un misterioso hombre de Dios que parecía haber salido de la nada. No sabemos nada de su pasado o su niñez, pero sí sabemos que Dios lo usó en maneras grandes y poderosas.

Elías vivió durante el reinado del Rey Acab y su malvada esposa, Jezabel. Acab y Jezabel no siguieron los caminos de Dios y por eso Dios los castigó.

Una vez, en una montaña llamada el Monte Carmelo, ocurrió un enfrentamiento. Elías retó a los profetas de Baal y Dios probó que Él era el único Dios verdadero y viviente. Después de que Dios se dio a conocer, Elías mató a los profetas impíos de Baal.

¡Jezabel estaba furiosa! ¡Ella declaró que Elías, el profeta de Dios moriría!

Elías huyó de todos. Se fue al desierto, triste y solo. Sentía que le había fallado a Dios, y no podía seguir más.

Mientras estaba recostado debajo de un árbol de enebro, Dios envió a un ángel especial para cuidar de Su profeta y siervo. El ángel despertó a Elías, lo alimentó y le dio agua. Pronto la fuerza de Elías se restauró y él viajó durante cuarenta días hacia un lugar llamado el Monte Horeb, donde entró en una cueva.

Cuando Elías estaba anhelando oír la Voz de Dios, vino un grande y poderoso viento. Fue tan fuerte que arrancó rocas de la montaña; pero Dios no estaba en el viento.

Luego, ocurrió un terremoto; pero Dios no estaba en el terremoto.

Después, vino un fuego; pero Dios tampoco estaba en el fuego.

Finalmente, después del enorme viento, el terremoto y el fuego, Dios le habló a Su siervo, Elías. ¿Cómo podría Dios hablar de una forma más grande y poderosa que con el viento, el terremoto y el fuego? ¿Qué enviaría después? ¿Sería algo inmenso y ruidoso? ¿Sería algo que la gente oiría a muchos kilómetros de distancia? ¿Estremecería toda la tierra? No, fue una Voz apacible y delicada.

Dios escogió hablarle a Su profeta en una manera delicada y tranquila. Él pudo hablar de muchas maneras distintas, pero Él escogió esa. ¿Sabías que Dios todavía habla en una Voz apacible y delicada? Si estás en silencio y le prestas atención, le oirás. Él le habla a tu corazón. Si tan sólo le dedicas tiempo a escuchar, puedes oírlo cuando te habla. Deja todas las distracciones del mundo, quédate a solas con Dios y pídele que te hable. Luego, ponle atención a esa Voz apacible y delicada.

    
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