La hija de Jairo

La hija de Jairo tenía 12 años.

Jairo era un principal de la sinagoga.

Antes de que Jesús sanara a la hija de Jairo, ordenó que todos, menos sus padres, Pedro, Santiago y Juan, salieran de la habitación.

Cuando la hija de Jairo resucitó, Jesús les dijo que le dieran de comer.

La Biblia dice:

 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate.

Marcos 5:41

El Hermano Branham dijo:

 Entonces ella ya estaba lista para el entierro, pero querían esperar que papá la viese antes de que la enterraran. Y cuando Él entró, y la vio en esa condición, y Él dijo: “Ella apenas está descansando”.

Pues, ellos dijeron: “¡Ahora, ese Hombre si está bien loco!”

Entonces ¿qué hizo Él? Él ya había dicho que ella estaba dormida, Él tenía que probar Su Palabra. Él no lo podía hacer ante esa gente, así que Él dijo: “Échalos a todos para afuera”. Y yo lo puedo ver a Él mirando hacia Jairo y diciendo: “¿Todavía crees?”

“Sí, Señor”.

“Tú y tu esposa vengan acá. Pedro, Jacobo y Juan, vengan conmigo”. Ellos se acercaron allí y hablaron estas palabras: talita cumi, que significan: “Niña, levántate”. Y Él probó Su Palabra, ella sólo estaba dormida. ¿Es eso correcto? Él allí probó que Su Palabra estaba correcta. A pesar de toda la incredulidad, Él aún probó que Su Palabra estaba correcta, al despertarla, porque Él dijo que ella estaba dormida. Ella estaba dormida.

Probando Su Palabra, 64-0816

La hija de Jairo

En los días de Jesús, había un fiel principal de la sinagoga llamado Jairo. Él era un buen hombre; pero estaba involucrado con los poderes religiosos de ese día. Sus amigos envidiaban y odiaban a Jesús; pero algo dentro de Jairo sabía que estaban errados.

Un día, la hija de Jairo se enfermó demasiado. Los médicos intentaron ayudarla, pero fue en vano. Iba a morirse. Jairo estaba devastado; tenía que intentar algo más. Entonces, se acordó de Jesús.

Jairo estaba tan desesperado por ayudar a su niña que corrió rápidamente a encontrar a Jesús. Se postró a Sus pies y clamó: “Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá”.

A Jairo no le importó que todos sus amigos lo estuvieran observando. No le importó que pudieran echarlo de su iglesia o perder su popularidad. ¡Su hija estaba muriendo y él sabía que Jesús podía ayudar!

Cuando Jesús acordó ir a su casa, Jairo debió sentirse mucho mejor. Sabía que el Señor Jesús oraría por su hija enferma; pero otro reto aún le esperaba a Jairo. 

Camino a su casa, un hombre vino a decirle a Jairo que ya era demasiado tarde; su hija había muerto. Le dijo a Jairo que no molestara más a Jesús, ya que Él no podría hacer nada. Jesús escuchó lo que pasaba y animó a Jairo, diciendo: “No temas, cree solamente”.

Cuando por fin llegaron a la casa de Jairo, todos estaban tristes y llorando. Jesús los miró y preguntó: “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme”.

La gente que no creía en Jesús estaba convencida de que la niña estaba muerta; pero ¡Jesús dijo que sólo estaba dormida! Se burlaron de Jesús y pensaron que no sabía lo que decía. Pronto, ¡se darían cuenta de que eran ellos los que no sabían lo que decían!

Jesús echó a todos de la habitación, excepto al padre y la madre de la niña, a Pedro, a Jacobo y a Juan. Luego, Jesús tomó a la niña de la mano y dijo: “Talita cumi”, lo cual significa: “Niña, a ti te digo, levántate”.

Ya sabes lo que pasó después. ¡La niña muerta se levantó y caminó! ¡Estaba viva! ¿No te gustaría haber visto la cara de los incrédulos cuando la niña salió de la habitación? Nuevamente, Jesús probó que Él era Dios en carne humana. Él tenía poder sobre todo, ¡hasta sobre la muerte!

De haber sido Jairo, ¿habrías ido a Jesús? ¿Sabías que todavía puedes invitarlo a Él a tu casa? Recuerda que prometió que Él nunca nos dejaría ni nos desampararía. Todo lo que tienes que hacer es desesperarte y recurrir a Él, ¡así como Jairo! 

    
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