Habían pasado 700 años desde que el profeta Isaías predijo la venida del Mesías. En esos días, los hebreos no sabían que Él se llamaría Jesús; lo único que sabían era que algún día Dios les enviaría un Salvador.
Al pasar los años, muchas personas olvidaron la promesa que Dios les hizo de enviar un Salvador; pero no fue así con el sacerdote Zacarías. Él y su esposa, Elisabet, sirvieron a Dios de la mejor forma que conocían y siempre Le dieron el primer lugar en sus vidas.
Zacarías y Elisabet siempre habían querido tener hijos, pero no podían. Eso les daba mucha tristeza, pero siguieron creyendo en Dios y esperando la venida del Mesías. Un día, todo cambió.
Zacarías estaba quemando incienso en el templo; de repente, apareció un Ángel del Señor. Zacarías se atemorizó, pero el Ángel le dijo: “Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan”.
El Ángel le dio a Zacarías muchos detalles del hijo especial que tendría. Cuando terminó de hablar, Zacarías le preguntó que cómo sabría que eso era verdad, ya que él y su esposa eran demasiado ancianos para tener hijos. El Ángel le contestó a Zacarías que por haber dudado de su Palabra, él no podría hablar hasta que su hijo naciera.
Zacarías salió del templo y se fue a casa. Seguramente se preguntó cómo le diría a su esposa que tendrían un hijo. ¿Será que ella le creería? ¿Pensaría que estaba loco? ¿Y cómo se lo iba a decir? ¡No podía hablar!
Zacarías se apresuró a llegar a casa para contarle a su esposa que acababa de recibir una visita increíble del Ángel Gabriel. No sabemos muy bien cómo le contó su experiencia, pero ¡de seguro se las ingenió!