Un guía

Era el otoño de 1941. El Hermano Branham se acababa de casar con la Hermana Meda y se habían ido de luna de miel.

El Hermano Branham llevó a su pequeña familia hacia un lugar llamado la montaña Hurricane, que queda muy adentro en las montañas Adirondack. Unos meses atrás, él había hablado con el Sr. Denton (el guardabosques de ese lugar) para quedarse en la cabaña que estaba al pie de la montaña. En ese otoño las montañas iban a estar hermosas y el Hermano Branham tendría la oportunidad de cazar la carne para el invierno. Todo parecía perfecto.

El Hermano Branham llegó a la cabaña un día antes, así que todavía estaba cerrada; pero sabía que había un cobertizo más adentro del bosque. Allí podían pasar la noche. Después de acomodar todo, el Hermano Branham salió de cacería y le dijo a su esposa que no tardaría en regresar.

Una neblina comenzó a formarse, mientras el Hermano Branham emprendía su camino.

Antes de darse cuenta, él estaba siguiendo el rastro de un puma y luego el de un oso. De repente, se encontró de frente un ciervo enorme. Eso es lo que él quería desde el principio, así que le disparó al ciervo.

El Hermano Branham colgó el venado en un árbol y de inmediato empezó a regresar al campamento; ¡una tormenta se acercaba muy rápido! Él comenzó a correr hacia el cañón, devolviéndose directo al campamento… o así parecía. Corrió y corrió, buscando el desvío que conducía al campamento, donde lo esperaban su esposa y su bebé. Ahora la tormenta rugía sobre el Hermano Branham y él estaba preocupado. Pronto, la temperatura bajaría demasiado y su familia correría un gran peligro.

Mientras corría, miró hacia arriba y vio el venado que acababa de colgar. El Hermano Branham estaba caminado en un enorme círculo. Le estaba pasando lo que los indios llaman la “caminata de la muerte”.

Él tenía que intentarlo de nuevo, así que se fue por la dirección que consideraba correcta. Ya casi oscurecía y sabía que su esposa y su bebé no sobrevivirían la noche sin él. Esta vez, fue más cuidadoso y le prestó atención a cada detalle, pero poco después, cuando miró hacia arriba, allí estaba otra vez: su venado colgado en ese mismo árbol. El Hermano Branham estaba perdido y temía por su familia.

Sólo había una cosa que podía hacer: orar.

El Hermano Branham entró en desesperación y le pidió ayuda al Señor. Después de orar, se levantó y decidió caminar en la dirección que le pareció correcta. ¡Iba a irse por esa dirección! Pero apenas comenzó a caminar, sintió que Algo le tocó el hombro. Se sintió como la mano de un hombre. Sorprendido, se dio la vuelta; pero no vio a nadie. Lo que sí vio seguramente salvó su vida. Era la Montaña Hurricane. La neblina se había despejado lo suficiente para ver la cumbre de la montaña. ¡El Hermano Branham se hubiera ido en la dirección contraria!

Se dio la vuelta, sabiendo que el Señor los había salvado a él y a su familia.

Hacía poco tiempo, el Hermano Branham y el Sr. Denton habían colocado una línea telefónica en la ladera de la montaña. Él sabía que si encontraba ese cable, lo conduciría de regreso al campamento. Caminó con sus manos levantadas hasta que por fin sintió el cable con sus manos. Cuando agarró el cable, supo que podía encontrar su camino a casa. El Hermano Branham cuidadosamente dejó que el cable lo guiara de nuevo a su esposa y su bebé. ¡El Señor lo ayudó a regresar y salvó a su pequeña familia!

Aunque el Hermano Branham sabía ubicarse muy bien en los bosques, aun así se perdió. Enseguida se dio cuenta de que no podía confiar en su propia habilidad para salir del bosque; necesitaba a Jesús. Hoy es igual con nosotros. Cuando tengas problemas, recuerda siempre confiar en la ayuda de Jesús. Ora y ¡Él te oirá!

Puedes escuchar esta historia en la cinta Un Guía (62-1014E).

    
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