Juan el Bautista

Habían pasado muchos años y Jesús y Juan ya habían crecido. Juan llegó a ser un poderoso profeta de Dios quien vivía en el áspero desierto. Él era un hombre rudo que comía miel silvestre y langostas y ¡se vestía con pelo de camello! Él le predicaba a la gente para que se arrepintieran y ¡les decía que el Mesías estaba por venir! La misión de Juan era preparar al pueblo para la llegada del Mesías y ¡él se esforzó al máximo para cumplirla!

Mientras tanto, en la cuidad de Nazaret, Jesús también había crecido. Todos sabían que Él era Alguien muy especial, pero ¡probablemente no entendían bien lo especial que era!

Un día, mientras Juan bautizaba en el río Jordán, un Hombre se acercó a él. De inmediato, Juan se dio cuenta de que era Aquel de Quien predicó. Juan sabía que el Mesías vendría y ¡por fin había llegado! ¡Era Jesús!

Juan anunció a gran voz ante la gente: “Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo”. Juan se aseguró de que el pueblo supiera que Jesús había llegado y que ¡Él era Aquel que Dios envió para salvar al mundo del pecado! ¡Había llegado el momento de Su venida y Él ya estaba allí!

Juan bautizó a Jesús; entonces, vio al Espíritu de Dios descender del Cielo y escuchó una Voz decir: “Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia”. [Marcos 1:11] ¡Fue un día increíble que jamás se olvidará!

    
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