Rebeca

Un día, Abraham llamó a su fiel siervo Eliezer. Necesitaba que hiciera un trabajo muy importante. Debía salir de la tierra de Canaán y encontrar una novia para su hijo Isaac. Abraham entendía lo importante que era esa misión, pero confiaba en su siervo Eliezer. ¡Sabía que él era el hombre indicado para esa tarea!

Eliezer reunió diez camellos de Abraham, junto con oro y todo lo que necesitaría para el viaje. No tenía idea de cómo encontrar una novia para Isaac, pero confió en Dios y emprendió su jornada.

Eliezer pronto llegó a Mesopotamia, cerca de la ciudad de Nacor. Tenía que tomar una decisión: ¿debía recorrer el lugar y buscar a la muchacha más hermosa de la ciudad o encomendarle todo a Dios para que Él decidiera quien se casaría con Isaac?

El gran siervo Eliezer escogió correctamente: decidió encomendárselo a Dios. Poco después, llegó a un pozo a las afueras de la ciudad, donde empezó a orar:

—He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac…

Eliezer oró para que la muchacha elegida le ofreciera agua y, no solo a él, sino también a sus camellos.

En ese momento, mientras oraba, una hermosa joven se acercó al pozo. Cuando llenó su cántaro, Eliezer corrió hacia ella. 

—Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro —le pidió Eliezer.

—Bebe, señor mío —contestó la hermosa Rebeca.

Seguro Eliezer estaba sonriendo mientras bebía del cántaro de Rebeca. ¿Era ella? ¿Había el Señor contestado su oración tan rápido? Él sabía que, si ella era la elegida para Isaac, también les ofrecería agua a los camellos.

Entonces ella dijo las palabras correctas:

—También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber.

Eliezer se paró y observó a la hermosa Rebeca mientras les dio de beber a los camellos hasta que se saciaron. Dios había respondido su oración: ¡Él había enviado a Rebeca para que fuera la novia de Isaac!

Eliezer quedó totalmente convencido de que ella era la elegida, así que le explicó por qué estaba allí y le contó todo respecto a Abraham y su hijo, Isaac.

Rebeca creyó todo lo que Eliezer le dijo y confió en que él la cuidaría durante al viaje hacia su futuro esposo, Isaac.

Debió ser un viaje emocionante para la joven Rebeca. Eliezer debió contarle todo lo que sabía de Isaac y asegurarle que era una gran persona y que sería un esposo maravilloso. Rebeca se emocionaba cada vez más, ¡hasta que finalmente llegó el día en que lo vio por primera vez!

Isaac había salido al campo cuando sus ojos se encontraron. Fue amor a primera vista y todo gracias a que el siervo fiel de Abraham, Eliezer, y Rebeca confiaron en Él. Esta es una historia maravillosa que nos representa a nosotros hoy en día. Así como Abraham buscó una novia para Isaac, Dios está buscando una Novia para Su Hijo, Jesús. Al igual que Abraham envió a Eliezer, Dios también envió a un mensajero bueno y fiel, el Hermano Branham, para encontrarle una Novia a Su Hijo.

Nuestra tarea es la misma de Rebeca: debemos escuchar al mensajero, creer lo que nos dice y prepararnos para encontrarnos con Aquel del que él nos está hablando: Jesús.

Puedes leer la historia de Rebeca en el capítulo 24 de Génesis.

    
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